Saturday, January 27, 2007

La bibliotecas no son recicladoras papel

Jamás se me ocurriría llevar a una biblioteca un paquete de cartones para reciclar, aunque en muchas vemos la papelera especial para tirar el papel que usan. Llevo mi papel al contenedor correspondiente en la plaza más cercana.
Y es que, a las bibliotecas no tenemos que donar los librillos, porque lo único que podrán hacer con ellos es reciclar el papel.

Por suerte, cada vez la biblioteca es un servicio más valorado en los presupuestos municipales y consiguen ofrecer a los usuarios libros adecuados, sanos, reediciones, novedades. Si los gobiernos sustentan las bibliotecas, los usuarios deben nutrirlas de libros de valor, que son los que allí buscan.

Entre bibliotecarios es una experiencia común la dificultad de convencer al ciudadano de que es inconveniente saturar la biblioteca de libros viejos. Y lo absurdo es que ese vecino no quiere SU propio montón de libros y le apena tirarlos. Para evitar este problema, las bibliotecas han de exponer su política de donaciones y valorar qué tipo y que número de ejemplares son capaces de absorber.

Algunas bibliotecas tienen un punto de ‘Bookcrossing’ donde liberar o cazar libros interesantes, o bien, organizan mercadillos para librarse de los libros viejos. Son buenas iniciativas, siempre que (y repito) sean libros de valor.

Thursday, October 06, 2005

He tirado los libros viejos

Cada cambio de temporada, con el cambio de armario, guardamos algún pantalón donde tenemos la ilusión de volver a caber pero tiramos aquella pieza que no hemos usado ni un día, que nos sienta mal o que nos recuerda un mal trago.
En cambio, parece que hacer lo mismo con los libros es pecado. Qué absurdo.
He oído infinidad de veces que ‘los libros no se tiran’, ‘que te lo doy porque me da pena tirarlo’. No te da pena tirar una camisa pasada de moda, pero sí un libro que no vas a releer jamás? Creo que debemos compartir aquello que apreciamos, no lo que despreciamos, no aquello que nos molesta por casa, que nos sobra.
Respeto mucho las acciones de "liberar libros", siempre que se realice creyendo que ese libro puede ser útil a alguien, pueda agradar aún.
Si una no le regala a la vecina un jersey viejo lleno de bolitas, tampoco le regala un libro que no le va a aportar nada.

Tengo la sensación de que quienes guardan los libros, aunque sepan que no los van a releer, es porque quieren exponer a los demás su capacidad devoradora de páginas, otra versión de la ostentación materialista, de pseudointelectualidad atlética, pero esta vez ostentando una cultura que no poseen. Al gran lector no le importa conservar un libro, si no compartirlo.

Como Helen Hanff, me pruebo un vestido antes de comprármelo y me leo un libro antes de pagarlo.